martes, 15 de septiembre de 2009

La Gran Ciudad (Segunda Parte)

Segunda parte y final de mi último trabajo titulado “La Gran Ciudad”. Esta es la continuación del primer adelanto que publiqué hace un tiempo atrás a través de este mismo medio. Ahora tan solo falta editar algunos detalles para entregar pronto la versión final de este “Inventario de historias” , que podrá ser descargada directamente desde este Blog.



La Enseñanza

Ser feliz con poco, conformarse con mucho,
Intentar comprender al pobre
de alma, espíritu, visión y reflexión,
No apresurar los pasos hacia lo que ya parece cercano,
Cultivar y disfrutar en el silencio
la vida, la simpleza, los arreboles por venir,
Despertar cada mañana para levantarse a soñar y explorar
dejando siempre un pie en tierra,
sin soltarle jamás la mano a la realidad de turno
que a veces se escapa o nos consume en sus avatares,
No sentir nunca que es un sacrificio
lo que estas entregando de tu ser por cumplir tus anhelos,
Dudar en cada reflexión para cambiar o reafirmar,
Vencer cada miedo que guardas en tus limitaciones
hasta superarlos para convertirlos en tu propia valentía y sabiduría,
Escribir cada día una carta a tu propia alma.

Carta Abierta

Carta abierta,
A todo aquel que aún guarda la esperanza,
A todo aquel que hoy camina libre dentro de sí
sin perder nunca la huella de sus pasos,
Al que aun canta inocente, sin carga
cada mañana por las calles nerviosas
lustradas con sueños sin cumplir,
amordazadas por tantas promesas
que han huido junto a ideales ya rendidos.

Carta abierta a ti que aun mantienes encendido
el fuego inagotable de la antorcha que te guía,
A ti que aún madrugas sin ver nunca salir el sol,
A ti que aun no pierdes la lucha, aun no abandonas
lo que has escrito con el esfuerzo que no valoras,
Carta abierta a ti que aun llevas la vida dentro
Y no desde afuera, desde las veredas calcinas por tanta mentira,
A ti que aun esperas.

Escribo de no poder

Escribo de no poder escribir,
De sentirme agobiado entre las letras esquivas,
De no sentir frotar por mis manos el alma de los versos
que hoy he de borrar.

Escribo de sentirme atorado con palabras
pocos claras, enredadas en sombras y confusión
que se aloja en mí pensar repentino y acelerado,
Escribo sin vida, tan solo por lanzar incoherencias al viento,
Por sentir la tinta del rapsoda en mis relatos,
Por intentar rozar el nombre deshilado de poeta,
Por recuperar el silencio que aun no encuentro,
Para quitar las emociones de mi voz aturdida
entre tanta banalidad y ciudad traicionera,
Escribo para ver florecer, para escuchar tu voz olvidada,
Para recordar que en mi aún viven sueños,
Para vencer los recados que el tiempo ha dejado sobre mí,
Escribo porque aún existo,
Porque en mi ser siento escrita la verdad.

El Olvido

¿Cuántos recuerdos guarda el olvido?,
Almacenados en blanco, tapizados sin memoria,
Cuantos relatos inciertos, promesas sin cumplir,
Respuestas sin escribir, cartas embotelladas sin mar ni papel,
Cuantos sueños escritos sobre piel ya olvidada
que hoy aún quieren regresar,
Cuantas esquinas sin doblar camino del ocaso,
Vasos vacios, noches cansadas y ojos sin cerrar,
Cuanta artesanía de palabras escrita pensando en ti,
dibujada en rincones que no alumbraras,
Cuantas miradas desechas por tus caminatas
testigas de tan poca imaginación,
Tanto temor encendido por la misma llama que se apaga
En no creer la verdad que te habla tu propia alma,
Tantas dudas, que no te han dejado hablar
Acabando la espera que cargué,
Esquivando momentos perdidos convenciendo al viento
De que algún día olvidaremos.

Todo pasado sin un presente no fue un tiempo mejor…

El mañana

Para mí el mañana murió ayer,
junto con tus palabras sin mentiras ni verdades,
en medio de la noche que nos habló sin dar pie atrás
a la nostalgia cansada de existir en nuestros recuerdos.

Los sueños se han cansado de ser alimentados
con las pobres migajas de la esperanza
que ya no alberga lo eterno de nuestras promesas,
ni la luz brillando al final del sendero
ya calcinado en nuestro nombre.

Ya no existirá ni el viento melancólico de otoño
para hablar de nuestros momentos iluminados de verano floreciendo
destinados a desvanecerse en el silencio de las calles silenciosas,
Han sido lanzados lejos por los temores y la indecisión de tu alma
que han vencido sin lucha.

No hablará el pasado, ni las horas sobre tu pecho imaginando
escribir la historia que nunca pareció llegar,
pensando que ya no existe tu mirar a medio esconder,
ocultando la verdad que aún quisiera ver
reflejada en mis ojos que ya no encontraron los tuyos,
Para mí ayer murió el mañana.

Detente Ciudad

No me limites ciudad sin sorpresas,
No me hagas parte del paisaje
desbordado de tus calles vacías de lleno,
de tus pocas excusas entre tanta falacia.

No dibujes en mi frente
La marca que mi mirada ya carga,
Escribe verso tras silencio
la huella clara de mi andar fractal,
No me hagas perpetuar la costumbre
de actos repetidos que asesinan el asombro,
No me obligues a eternizar
en tu mentira de tantos años
que hoy asumes como verdad
olvidando tu propio firmamento,
No intentes apagar la sana locura de creer
por la ausencia de luz,
No ciudad, no me contagies
con habladurías de puñales sin filo,
Detente justo frente a mí.

Hombre y ciudad

El hombre teme hoy por el mañana basándose en el ayer,
Vive en el tiempo sin conocer su propio andar,
Escucha el pasado sin desearlo cada noche,
Dibuja en vano mil caminos nuevos
que no ha de tomar.

Camina mal herido entre las calles,
siempre regresando a la misma vereda
que aloja los sueños y pasos cansados
de aquellos que no han logrado ver
la vida desde en frente.

Tanotofobico va cantando con miedo a la nada,
sin saber escribir lo que se abre más allá del espíritu,
Limitado por su propio convencimiento,
por el relato que se cuenta a sí mismo.

Costumbres, conceptos, errores y aciertos
ya se han convertido a la misma creencia,
sin lograr ponerse de acuerdo
Para arrodillarse en su oratoria.

Untitled

Prohibido ha quedado amar,
Escribir cartas sin final posible,
Enviar recados rumbo al pasado
buscando tú nombre caminando solitario
en calles adornadas de historias
de frio semblante otoñal.

¿Prohibida?, esta la incertidumbre que alberga tu piel,
tus caricias y la verdad tras tu silencio
de miradas esquivas sin ilusión,
¿Ha de ser todo esto verdad?,
¿Existirás más allá de los latidos de mi alma?
¿De los suspiros esclavizados a tu olor?,
¿De mi mirada obstinada en solo ver lo que ha de brillar en ti?,
¿Serás realmente el alba iluminando cada día?,
¿O serás la confusión, lo que no he de escribir,
Lo que aún reside en silencio entre las paredes de mis sueños,
Lo que mece cada día a mi ser?.


Escribo tu olor encendido de sensaciones,
lo siento enredado a mi alma,
Anudo tu sonrisa a mi silencio
para expresarla con los suspiros de mi ser,
Pierdo las palabras, escucho tu voz
que me ha acompañado desde el ayer,
He logrado al fin verte
al pasar más que el tiempo,
He caminado ya más lento,
Has devuelto la luz que no conocía.

¿Dónde habías estado?,
que no habías llamado a mi puerta sorda
siempre abierta a ti, a tus andares,
A tus historias repentinas de tarde de sábado,
A noches solitarias que pasamos juntos
evadiendo la distancia irreal, abrazados a almohadas
que vestían nuestro propio nombre en el cuerpo.

Las letras se escapan desveladas
entre la figura esquiva de tu silueta
y tú mirar que hoy alberga
esa luz que siempre quise ver en ti.

Alma y polvo

Ha dicho que la noche despierta en sus soledades
tragando la niebla que no porta en su andar,
Me ha escrito diciendo que recuerda tanto,
Que no olvida lo que han dejado atrás,
tantos hijos de lo equivocado,
tantos soles echando a correr
sin entender lo dicho, sin escuchar
que lo leído en versos no es más que el momento
encerrado bajo las letras
cubiertas de la melancolía de cuerpo frágil,
que recita uno a uno lo que respira sobre el alma,
Así habló el polvo, las calles, las bocinas, la ciudad.

Amo los caminos, las peripecias sin sendero,
los que no he de tomar, los que llamare míos,
los que llevaron marcas de pasos con mi nombre,
Canto a los recuerdos sin borrar, a lo dicho,
a lo que habrá de ser mi historia, nuestra historia,
a lo que hoy alimenta la llama de mi alma,
Pídeme lo que no ha sido, lo que para mañana sea tarde,
lo que pueda sonreír hoy entre tu mirada,
lo que solo exista en nuestro susurro.

La Pintana

Azul y roja es la consigna
que se adscribe en cada poste
anclado a la tierra por el polvo atemorizado
que mueve su rastro vano
entre el ardor de los pasajes habitados
por la espera de los que habrán de regresar.

Las sonrisas se abren al encuentro
del hermano, del cargado, del que vive entre ellos,
con el que comparten sus calles que refugian
miradas de incierta intención
y a los que vigilan el exilio de aquellos pasos.

La esperanza habita cada rincón
de sus madrugadas escritas
con el esfuerzo inconsciente
de la costumbre, de lo impuesto, de lo asumido,
de lo que vive en encendido
entre sus deseos y recuerdos.

Santiago contigo

Son tus pasos a mi lado esta vez,
los que guían la melodía de las letras,
Tus manos en las mías y sol que ilumina
cada sonrisa andante entre la alborada
que han creado nuestros pasos sin tiempo,
hilados en recuerdos, sueños y futuro.

La gran ciudad no puede esconder
entre la oscuridad de sus calles
el brillo que irradia silencioso
la luz de nuestros suspiros
que se atan en dos palabras
y una mirada.

Mientras todo se mueve y pasa,
el momento se detiene sobre nosotros
y escribe en nuestra piel
otra historia por contar a nuestra alma,
otra alegría por vivir, otro motivo para pensar,
qué hermoso es Santiago contigo.

Mientras tanto

Mientras tanto, mientras espero,
Mientras la ciudad pasa sobre mí
sin tocarme, sin encenderme
en su fuego de dudas sin preguntar
lo que ha de cuestionar.

Mientras tanto, mientras escucho
lo que no ha de ser mío,
lo que deslizará sin entrar en mis palabras,
sin ser parte del porvenir
que fundirá mis letras
entre nuevas incertidumbres.

Mientras tanto, mientras no soy, ni estoy,
Mientras permanezco en reposo
a la espera de volver al placido
momento de estar esperando en casa
el ocaso de la lluvia, el vuelo de los pájaros,
el sentir el olor de tanta historia
que sobrevive sobre la mesa,
que ha de reunirnos una vez más.

Más acá

¿Será qué lo que busco
Sin claridad no está más allá?,
Lejos de lo imaginable,
Tomado de manos de lo complejo,
Inserto en un mar de suposiciones previas,
Sino que quizás esté más acá,
Más cerca de mi propia alma,
De lo simple y su propia expresión,
Tal vez más atrás aún,
Antes de lo obvio,
De lo que se ha convertido
poco a poco en la realidad
que alimentamos y nos sustenta
con nuestras propias costumbres y creencias,
que van intentando trazar
una línea en este inmenso circulo fractal,
He pensando que un lado es otro y viceversa nuevamente,
que el al revés está equivocado
y podría ser lo contrario,
Que el todo compone y descompone junto a la nada,
Que los límites no son más que el reflejo del otro,
Hay tanto por dudar…

Inventario de historias

Se han escrito las historias,
Inversas, reversas,
Esquivas y frontales,
Hablan de todo y de nada,
De lo que esconde
y ofrece esta ciudad
de gris resplandor matutino,
De lo que guarda mi alma
encerrada bajo ilusiones de cemento,
lejos del viento libre del atardecer
desatado en las calles otoñales de frías enseñanzas,
Distante de los que siento míos,
de los que refugian mis recuerdos
en cada noche silenciosa y solitaria,
cobijada por la nostalgia de cada crepúsculo
que ahonda en lo profundo del sentir,
en lo que reposa consciente dentro
de mis intentos por comprender
lo que para mis limitantes
resulta neciamente imposible,
Lo que mis veros harán
por despertar lo indefinido.

viernes, 15 de mayo de 2009

LA GRAN CIUDAD



Adelanto de mi último trabajo, titulado “La Gran Ciudad”, que espero poder presentar dentro del mes de Junio.

Al fin la noche (al fin solo).

He escuchado tantas veces la soledad
Hoy no es triste, es simple, es vida,
Pienso sin dar pie atrás
A estos atorados versos nocturnos.

Es tarde, temprano para el silencio
Que al fin ha llegado a mi ventana,
Lejos ha quedado el ruido incesante
De la nada creciendo en las veredas.

He callado ya tanto sin cuestionar.

He visto pasar el silencio estos días,
Apresurado, sin tiempo para detenerse,
Le he dejado ir libre,
No quería retasarme aún más,
No había momento para eso.


Lejos de ti.

No quiero que me escuches,
Que respondas opaca a mis palabras,
Que hables sin vida a mis misterios,
Que no brote una sonrisa en el silencio.

Quiero que desees oírme,
Que nuestras palabras dibujen cantos,
Paisajes vivos describiendo sin pausa
Sueños que vuelven a nacer.

Caminemos, digo denuevo
Quiero sentir el olor atado a tu cuerpo,
Que susurres sin contener la risa,
Que cierres los ojos con mis palabras.

No quiero que me escuches,
Quiero tu voz en mí,
Tus manos aferrándose a las mías,
Tu vida intentando tomar la mía.


Hoy es 21.

Hoy el sol abre mis ojos caídos como cada mañana,
Todo es tan grande, me siento tan pequeño
entre las bocinas y el ruido mudo
de quienes aplanan las calles
sin cruzar mirada alguna.

Hoy será un día de aquellos,
De esos que parecen no pasar,
De los que no se guarda recuerdo alguno,
De esos que parecen repetirse una y otra vez,
De aquellos que no asombran ni al que busca.

No recordaba que hoy seria veintiuno.

Pasa fugaz sin rumbo la nostalgia por mi pecho,
Dejando una estela que poco dura,
Ya no recuerdo tu silencio, sus caminos, su vida,
Creo haberlo conocido alguna vez perdido en ti,
O en quién fuiste aquella vez.

Ya no hay nada más que el vacío,
Desechos de recuerdos que se han ido,
Rincones sin luz que no volverán,
Tú nombre caminando entre las sombras sin final.


La Tarde .

Que curiosa es la realidad, lejos de la mía,
Que confuso es el aire cuando está detenido,
Por lo menos para mí,
Tan acostumbrado a luz del día a medio prender.

¿Alguien recuerda lo que sea?,
¿Si vas o vienes?,
¿Si eres tú?, ¿si vives aun en ti?,
Tampoco creo que te importe.

¿Vivirá o vivió el silencio alguna vez aquí?,
Quisiera creer eso,
Aun alucino sentirlo al desordenar
Palabras en las noches de papel.

Cierren algunas puertas,
Para luego pensar en abrirlas,
En sentir la novedad,
En poder sentir la maravilla del asombro.


La habitación.

Se escuchan las puertas abrir y cerrar
Junto a pasos interminables en los pasillos
Acompañados por voces que no logro entender,
Se pierden entre las paredes.

En la habitación todos ríen,
Atrás ha quedado el cansancio,
Las distancias recorridas tras el rastro
De sueños tenaces que aun intentan escapar
A estas almas hambrientas de realidad,
Que tratan encontrar corriendo su rumbo.

Háblenme de sus penas camufladas entre bromas,
De sus alegrías vergonzosas
Que ya no logran ocultar tras palabras sin sentido,
Cuéntenme de sus sueños
Que hoy libres se desplazan en los andariveles
Casi borrados de tanto ser pisados por
Sus pasos cada vez más apresurados,
Enséñenme lo que en mi no pueda estar,
Lo que mi alma no quiera comprender,
Lo que en ustedes vive.


Las Calles.

Iluminadas frente a frente se agrupan las calles
Solitarias y llenas, muertas y vivas,
Mudas entre el ruido y peatones.

Polvorientas, grises, oscuras y claras,
Recogen los latidos afiebrados
De los días colapsados y agrietados
De esta ciudad agotada de tanto andar.

Sobrepasada se ve la acera,
En ella deambulan inertes aquellos
Que olvidaron el sentir, el desear, ¡el vivir!,
El escuchar paso a paso su propio silencio.

Los faroles arrumados a sus orillas
Adornan el paso de los días sobrepasados
Por las palabras, por los segundos, por tanta farsa,
Por la oscuridad descubierta por las luces
Que hoy alumbran el camino.


Te vuelvo a ver.

Hoy la noche escribe recuerdos,
Habla de ti, de tus ojos sin fondo,
De tus manos abiertas buscando las mías,
De la distancia que apago tus palabras.

Hoy te vuelvo a ver,
Tu mirada ha vuelto a brillar en la mía,
Tus suspiros en mi rostro frio
Que escondido comienza a sonreír.

¿Dónde habías estado?
Que ni siquiera pediste que te esperara.

No quiero aceptar que tú aroma
Una vez más logra hacerme flotar entre pétalos,
Que tú silencio esta vez desespera mi alma, la ahoga,
Que solo quiero sentirte junto a mí
Recostada respirando sobre los nudos de esperanza
Que aun resguardan nuestra historia imperfecta.


Tarde de Domingo.

La tarde pasa lenta en mi sentencia
Transforma el tiempo, lo vuelve pensamientos
Que de gota en gota rebalsan mi paciencia
La tornan fría, ardiente de anhelos, esquiva, soberbia y traicionera,
Se esconde entre los murallones rasgados de las calles,
Que escupen en cada línea rayada
Voces que piden ser oídas,
Atendidas sin preguntar ni cuestionar.

Tal vez si se callasen los tiempos, las épocas
Y las soleras no alojaran tantos sueños desechos,
Si la esperanza fuese algo más que un sitio lejano,
Si supieras que al final alguien te espera
No importa para qué, pero que ahí estará por ti,
Si cada noche pudieses ver la luna brillando melancólica y lejana,
Perdida entre la nada, inserta en un mar oscuro,
Rebelde brillando, solitaria sin miedo,
Tal vez si hoy pudiese escribir
Sin sentir que poco a poco muere el poeta
Que alberga estas palabras de rugoso papel,
Si poco fuese tanto, para que tus ojos
Brillaran con la simpleza que estos versos no tienen,
Si, quizás ahí tal vez…


Quisiera creer.

Quisiera creer, quisiera sentir,
Como tus abrazos atan mi alma más y más
A tu pecho cálido y cansado,
A tu voz que hoy habla despacio entre el silencio,
A tus excusas desahuciadas y repetidas,
A tus ojos cargados de arrepentimiento.

Ya he olvidado tanto,
Pero aun te escucho suave hablándome al oído
Palabras vestidas de verdad, escondidas bajo tus miedos
Que hoy se caen a pedazos
Sobre el camino que ya hemos pisado.

Recuerdo tras deseo, espero tu llamado
Espero nunca llegue y así poder dejar de pensar
Si tú pensaras en mí, si aun existo en tu silencio,
Si aun vivo más allá de tus ojos,
Lejos de lo que puedas ver.


Lejos.

Lejos de la nada, del todo,
De las palabras, de lo humano, de lo profano,
En los remotos latidos de la creación de la ilusión,
Donde vive encendida aun la esperanza
Iluminando los inconscientes pasos de las calles
De esta ciudad que navega en un vacío
Que no intenta jamás llenar.

Lejos de los suspiros, de las risas,
Del calor inocente de un abrazo bajo el frio,
Allí donde existe el ser por sobre el cemento,
Adonde habla el viento paciente de invierno,
Lejano de eso hoy escucho los pasos
Sin tiempo de aquellos momentos que no se van,
Han regresado entre el ruido continuo de las sirenas
Que ingresan continuamente por las ventanas,
Parece una trágica escena, pero ya es tan normal,
Que ni el asombro existe ya bajo estas paredes,
Hasta eso se ha perdido, si es que alguna vez estuvo.


A ti, mi gran amigo.

Que difícil, ¿difícil qué?,
Estar realmente lejos de tus últimos parpadeos,
Pensar en tus largos sueños
Recostado sobre el pasto húmedo y solitario,
Mirar ese espacio vacío sin resonar en tus ladridos ya frágiles por los años,
Recordar el día que me adoptaste como tuyo
Mientras caminabas en búsqueda de la calma
Que sentías en cada una de mis infantiles caricias,
Haber visto como tus pasos se volvían lentos y torpes,
Que difícil, ver como ya no lograbas ponerte de pie,
Ya no sentir tus rasguños en las frías ventanas de otoño,
Que ya no vengas a mi encuentro cada vez al salir,
No gritar tu nombre al viento esquivo cada día al abrir la corredera de luz
Que hoy no guarda el ruido de tu andar sobre el pavimento,
Que difícil no recordarte mi buen amigo,
Hoy todavía siento tus juegos y saltos
Y veo como corres dando vueltas,
Como no soportas a los niños libres en las calles,
Aun caminas junto a mí estorbando mi paso moviendo tu rabo
Siguiéndome con tu mirada sin cuestión,
¿Será difícil la palabra?,
Aun te siento junto a mí.


El Paseo.


Caminando entre la confusión
De la masa conglomerada y mecanizada
Persigo los colores borrosos del día
Que camuflan y albergan la realidad
En sus formas sin fondo.

Sus cuerpos hablan de la prisa,
La vida crece y se ramifica en las veredas
Plagadas de abanicos de sueños sin realizar
Que aun no han sido devorados por la costumbre.

Sigo los olores a ciudad sin fin
Se pierden entre las ofertas de libertad
Y la legalización de lo profano en la oscuridad
Para quienes han olvidado el ser.

El ritmo frio y rutinario escucha las predicas
Que retienen ilusiones y al tiempo descontrolado,
Mientras los perros deambulan el hambre
Y acompañan al mendigo sin voz en su andar.


Simulando la realidad.

Encuentra pronto el lugar sin perder esa ilusión,
Esa que llevas buscando aquel sitio por sobre la ciudad,
El tiempo se va, otro minuto sin éxito
Y las miradas que no te ven pasar.

Pídele a la capital que te de un día más,
Que no te quite aun tu propia voz, tu ser,
Es fácil perderlo en las calles crueles sin vida
Que vigilan tus pasos sin cautela, su destino.

No dejes que te traicionen las palabras,
Te están mintiendo, no puede ser cierto,
Ellos creen que es verdad, lo dicen sin intención
Así se los dijo y enseño la injusticia día tras día.

Simula su realidad, carga sus creencias,
Puede ayudarte por ahora en tu camino,
Pero no le pierdas el rumbo a tu soledad,
Ve aun más allá, no desorientes la vista,
Duda, para que veas que es verdad.


El Maestro Griego. (Dedicado a Antonio Postigo)

El maestro ha devuelto la verdad a mis ilusiones,
Convierte cada una de las palabras de su dicha
En luces que iluminan lo imposible,
En historias que recuperan la esperanza del cansancio.

Cada día que paso junto a sus términos envueltos por los años
y la mística interminable que los guía
veo como crece nuestra utopía destellante
que al fin ha encontrado un guía que ha de creer en ella.

Corro tras sueños que anhelo sobrepasar,
Por eso mis pasos no se detienen y se apresuran cada vez más
En dar caza a esa sombra que a momentos avanza por delante de mí,
Mientras en mi alma solo se escucha lo que él ha dicho, que si podre.

El Maestro enciende la llama con su presencia
Que nos hace sentir como aquellos que ya han logrado vencer
Las interminables jornadas de largos recorridos hasta conseguir el triunfo,
El ha creído en mí, ha logrado que creamos soñando.


Palabras que van.

Entre el ocaso de mis versos que caen
Se encienden cenizas dispersas que golpean la luz
Que rebota en las calles neblineadas
Que ofrece la noche necia y obstinada.

No llueve entre palabras nostálgicas,
Ni en noches frías cubiertas de calor silencioso,
No se abren las puertas resquebrajadas
A las ideas que aun no tienen destino final.

¿Cuánto habrá tragado esta ciudad?
Cuantas angustias anudadas, penas esquivas, caminatas vanas y desilusiones,
Cuantos gritos, sueños rotos y olvidados entre la multitud,
Cuanta vida que hoy ya no veo.

Escucha mi voz, mis intentos por hablar,
Mis imagines aturdidas por el eco estancado,
Sus cantos sepultados en un rincón sombrío,
Sus intentos apagados por sí mismos.

viernes, 17 de abril de 2009

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POESÍA DE OTOÑO


Prólogo

Poesía de otoño

Hablar de poesía es pecar, al decir de ling you tang, quien dice, “quien lee abre mil puertas de la mente”. Bastian Carter inaugura este largo camino.

Sus versos poseen un temple de ánimo melancólico provocado por su paisaje. Hay uso de imágenes caídas de dictar sentencias al viento.

Su estilo al decir del S.XIX, es un barroco de Pablo De Rokha. .....Hay imágenes Juveniles cargadas de Nihilismo enriquecido por emoción poética pura, jugando con la nada.

Bastian construye figuras literarias curiosas. Cantos oxidados, fuego, inocentes críticas, como Boudelaire.

Poesía de otoño son versos plenamente logrados, a tus ojos tristes sin fondo, el viento soplo llevándose el olvido.

El rumbo que inicia poesía de otoño esta en manos de sus lectores, que juzgaran la labor de un poeta desde Osorno, que remando arribara a buen puerto.




PEDRO VEAS VEGAS
ESCRITOR QUINTA REGION
VALPARAISO-ventanas CHILE.



Mañana de Otoño.

Qué sonidos más confusos y pasajeros escucho,
O más bien siento, como si fueran dueños de mis emociones,
¿O es qué el escuchar ruidos perdidos se
convierte en sentir y esto en volar para de nuevo comenzar?.

Mientras voy abriendo la luz de otro arrebol
proyecto imágenes caídas pensando en azul
Con luces sonoras que vienen
Como si no conociera el reflejo de su pasado

Salta, me dice a través de un impulso sin canal
mientras el camino es ruina de lo que fue
Sin líneas y con una señal muerta
Por el tiempo que pasó por encima.

Con el viento la realidad toma forma
Se convierte en conciencia y saber
En vida, en alma con posesión de sí misma
En un sendero solitario de terrenos vigilados.



Goteras de Otoño.

Se quiebra el silencio en la vista del pasar,
El tiempo se vuelve tan lento
Como el susurro de un palpitar eterno
Qué más puede ser si no el agua discontinua.

Mientras caen sentencias de viento
El vaho se somete al pensar del día
No será más que una mano extendida
pidiendo ayuda a sus creencias.

Que ilusión creer en pasadizos entre momentos
que siguen abiertos en recuerdos
Observados desde el rincón
que hoy sólo recibe la luz de su alma.

Acaso aquella lucha por caer
es nuevamente la insistencia por vencer
Y convertirse en parte de la inmensidad
En polvo sin rumbo, en suspiros sin resignación.


Calles de otoño.

Durmiendo pasan los cuerpos sin cruzar destino
veredas creciendo al ritmo de la nada,
que es un todo sin presencia
con soplidos vestidos de irrealidad.

El retrato del tiempo se desata en la calles
con colores de voces pasadas
que el temor y la neblina arrancó,
sin pensar en sentido alguno.

Acaso las hojas se han resignado
a ser libres de sus cadenas,
moverse a la caída de su ser calcinado
que ahora descansa en silencio aplanado.

Camino sintiendo el brillo redundante
de la exclamación de las nubes,
mientras el frío moja la llama de sus sueños,
errores sin forma ni solución.

Tarde de Otoño.

El viento golpea las hojas aferradas a la luz
las azota con facilidad como si no sufriera al verlo,
no sueño, no quiero, por sobre todo no quiero aceptar
que la vida esta vez no se busca a sí misma.

Cierro los ojos junto con arreboles de luces,
sólo veo una niña perseguida por el viento descontrolado
un conjunto de voces gritando en el olvido
miles de noches perdidas en flagelos.

Sólo pienso en pensar, en derribar miradas
soñando puertas abiertas a una vida pasajera,
caminar mirando lejos del centro de la mano del presente,
volando en melodías de trompetas agrietadas por el tiempo.

Ya no escucho nada, sólo la madera le susurra al silencio
sólo siento como los segundos pasan desvaneciéndose
ante mi palpitar uno a uno en tranquilidad se van
sin saber siquiera que estaba perdido ahí.
Lluvia de Otoño.

La calma golpeteada por leves gotas estrelladas
acompaña mi silencio sigiloso,
Como si fueran sonrisas de viento
golpeando con insistencia el tablado.

No hay espacio para pensar en existir
En detenerse y soñar con paisajes borrosos,
La fuerza cae en rodajas apiladas,
En piedras pintadas de antigüedad.

El tiempo se torna lento en el pasar del pensar
Se ve circunstancial en duración
Parcial, guillotinando la razón del quiebre
En descontrol de mi limitado vivir.

Vida y muerte se abrazan al mismo camino
En cantos oxidados y raíces olvidadas
caen como descomponer el origen
de lo simple a lo complejo en la sangre.


Frío de Otoño.

Flores escondidas se cubren de rocío matutino,
Mientras la neblina adorna las calles,
Qué sentido podría tener sentirse solo
Frente a la verdadera soledad y el vacío.

Una sinfonía en blanco sin pensamientos
Marchita en silencio sin sombras,
Escribe sensaciones con la paciencia
De una dicha con valor en el tiempo.

Se queman uno a uno en derrames de razón
los recuerdos de un pasar cercano,
Y mientras otra hoja cae sin resistencia alguna
La vida se detiene a mirar como flota sin dirección.

Cada segundo congelado, una emoción,
La ausencia de sentir en el viento,
La fragilidad de las palabras escapando
Por un agujero sin principio ni final.


Momento de Otoño.

La Noche calla en lo hondo de lo oscuro
como momentos que no existen ya en mi mirar,
No veo el río de luces venir
Sólo la niebla rompiendo la sombra.

La corriente limita el palpitar
De letras en desorden masificado
No es suficiente con el silencio existente
Ni con que llueva sin ti.

Enviar sin conocer intenciones perdidas
escritas con el viento y limitación
son superadas por melodías sin calor
que logran el quiebre del pensamiento.

No es un bastón que sostiene el pensar
ni la conciencia del conocer el tiempo,
es el venir a formar parte de algo cerrado
que puede buscar en lo abierto.



El Soñador de Otoño (Santiago)

Ya no existe el frío, tampoco el palpito,
Menos la llama de una verdad,
Ya no hay un estado, una razón, un resonar,
Una prolongación discontinua de momentos.

El grito sollozado cae en mí,
Sin salida, sin fuerza para vivir,
Como la vida agrietada continuando su andar
entre espacios blancos suspendidos en vacío.

Se siente la brisa de un sueño
Corriendo a su destino en las calles,
Explotando en deseo, en pasos de silencio sin rendición,
En murallas de anhelo y resplandor.

La razón sería sólo la confusión para comenzar
Tan largo ocaso de reflexión muerta,
Que atropella nublando el inicio del alma
Transformando el viento nuevamente en simple frío.


Luz de Otoño.

Sin medir corre el viento afilado
Se quiebra en mi pecho de tres vigilias,
Que importa sentir el paso de un deseo
Si en el ruido de las calles se pierde.

Camina con rumbo a ninguno
Iluminándose en tres luces menores,
En un cerrar de ojos sin vista atrás,
En un sin sentido para el aferrado.

En pensamientos que comienzan a producirme
Recae el sentido de mi pasar,
En mi, en parte de la nada, en parte del total
En una sola parte granulada que me une.

Lejanas figuras silenciosas tejen la verdad
En caminatas cercanas a mí
En sentido contrario a la razón del grito
Sin prisa más que la de su calma.



Luna de Otoño.

El silencio en el ruido
Comienza a pronunciar su sentido sin pronuncio,
Su carga vacía que entiende el simple con vida
Que busca en lo que encuentra.

El viento vuelve lento el tiempo
Negando la existencia de la nada
Y el miedo del hombre sin sueño a ésta,
A entrar sin intención al vacío.

Nubes que sólo ocultan la atención
Tejen siluetas sin brillo, sin intención,
El camino es tan largo, tan pisado
Desde que sigo la realidad.

Pienso sin caer, ni resolver
La caminata del viajero oxidado,
En versos rebeldes inertes
Que intentan unir la verdad.



Sol de Otoño.

Ha de ser silencio de agua
En colores de granizo marchito,
En retazos de luz con olor mojado
Entrando en hojas apiladas por sí mismas.

En pasos sin estruendo
Camino en rumbo silencioso,
El temor a la existencia se oculta
Dentro del pasado frío y lejano.

Todo brilla a los ojos del que no busca,
Siquiera en sus propios senderos,
Es un instante que he creado
Para ir a buscar ese momento perdido.

No escucho las ramas de los árboles
Con sus siluetas amarillas resonar,
No siento como caen, ni donde van
Ni el susurro constante de tu voz.


Viento de Otoño.

Camina el viento sin fondo,
Grita en esencia, en su intención,
Estalla en silbidos apretados por el silencio
Que se pierden en la calle.

Rompe en palabras de espera
En la utopía del camino
Limpiando el estruendo pasajero
De palabras deshiladas que no detienen su andar.

Sopla dentro de sí, irrumpe sin calma,
En desesperación calla ladridos
Y los pasos exactos de aquel anciano
Que intenta hablarle algo a la vida.

En fuego inocente y sin calor
Cae la noche de ráfagas lejanas,
Ha perdido su origen, desconoce su sentido
Solo golpea el tablado antes de caer.


Pista de Otoño

Caricias de viento abren camino
A pasos acelerados y sin tiempo,
Risas deslenguadas separan el frío
Cortando con facilidad la realidad.

¿Dónde has volado gorrión?
Que te has borrado de mi recuerdo
En imágenes grises sin fondo
Sin dar alcance a mis palabras.

En sus rostros húmedos de viento
Se refleja el impulso, las cadenas sin colocar
La esperanza y el deseo se transforman
En el sueño despierto que nutre su andar.

En sus almas no importa
Situación alguna, ni anuncios repetidos,
Siempre es momento de abrir la luz
Siempre es momento de correr.


Carta de Otoño.

Pensé escribirte en silencio sin sombras,
En tonos desiguales sin color,
En palabras hermosas adornadas de sueños,
En palabras que hoy no valen nada.

Distancié la realidad de la verdad
Conciente de un camino estrecho
Sin más paradas que el final
Que hoy creo he conocido.

Abrí mi alma y mis anhelos
A tus ojos tristes sin fondo
Y en un tomar de manos sin fuerza
El viento soplo llevándose hasta el olvido.

Imaginé volver en blanco, sin carga,
Escuchar de nuevo tu voz y enmudecer
Sonriendo a tu mirada viva
Que hoy derrumba la mía.


Segunda Carta de Otoño.

He vuelto a pensar a contraluz
En momentos sutiles a vivir,
En esperanzas silenciosas que brillan
Todo a tu lado, ese que se ha borrado.

Mientras imagino el peso
De días cargados de dudas
Siento el frío de esas palabras
Que aún nublan mis lentos pasos.

La noche no logra calmar mi alma
Que extraña el roce de tus caricias,
Las que logran sin esfuerzo cerrar mis ojos
Siendo un ciego de sonrisa interminable.

Intento alcanzarte en simples palabras,
En compartir a pesar del tiempo roto
Mi pasar y nuestros sueños despiertos
Que me gritan fuerte por vivir.


Tercera Carta de Otoño.

Suspiro tras latido habla el alma a mi cuerpo
Reclamando tu presencia discontinua,
Deseando el silencio en tus ojos perdidos
Como de costumbre por su propia luz.

No me hables de verdades, de deseos,
Que las horas han derrumbado
En tu sonrisa el tímido pasar
De mi confianza en estos senderos.

Momentos que hoy forman parte de ese ocaso
Visitan uno a uno mis palabras perdidas
Que brotan en tu nombre sin excusa
Frente a la cobarde razón de culpar al destino.

Eterno fue, mientras permaneció encendido
El brillo del viento en tu mirar
Que hoy se conforma apagado
Sin más vida que la que cayó a tus hombros.


Pasillos de Otoño.

Aquellas Palabras sin más olor que miedo
Intentando romper la convicción silenciosa
Que alberga mi aferrado amor,
Que teme reconocerse a sí mismo como una verdad.

El viento se une a las risas sin dirección
Que recorren los pasillos andantes y fríos
Habitados de miradas, de ojos sin luz
Esperando el paso fusilante del tiempo.

Entre el vacío solitario de mis letras
Renacen caminando hacia mí sin grietas
Dibujos de sonrisas coloridas de afecto
Que sin compañía, ni esfuerzo se imponen.

Las emociones se han tomado las escaleras
Que abriga en peldaños la necesidad de vivir,
De existir, de formar parte del otro,
De sentir el ser como propio.


Caminata de Otoño.

Pudieron ser mil sueños
En palabras sin orden
Rodeados de hojas resquebrajadas
A la orilla de las calles sin polvo.

No quiero pensar en el silencio
Ni en las maravillas que lleva en su carga,
El ruido, desesperado, ha logrado captar mi atención
Por sobre los recuerdos y las ideas.

Comienza al fin la música percutida por la lluvia
Que eleva los sentidos de mi pluma rebelde
La que se lanza sin meditar a un mar de versos
Que aún no logran ser escritos.

Risa tras lamento reclama el hombre mojado
Por intenciones arrepentidas y repetidas,
El viento se ha ido, podría seguirlo
Para continuar robándole palabras sin que se percate.


Desde una ventana de Otoño.

Desde dentro que es afuera
O desde afuera que es dentro
El viento construye colores pálidos
Faltos de vértigo, vistazos e interrogantes.

Inundando mi mirada falta de asombro por costumbre
Veo sin extrañarme como el día nunca llega,
Todo avanza detenido hoy, no preguntes ¿por qué?
No quiero, no me respondas, no así, no tan simplista.

Sin fallar pulso de continuidad
Pasan las ruedas frenéticamente por sobre la hojas
Ni siquiera su atractivo y sencillo colorido
Logra detener el avance sin tregua de lo que parece una rutina.

Aquí veo que todos hablan, pero no escucho
Nada más que al otoño caminando en medio de las ramas
Agitándolas aturdidas de tanta oscilación
Dando señales que pocos entienden.


El Joven de Otoño.

Sin guía más que el faro de su inconsciencia
Camina él, he visto su rostro así tantas veces
Que se ha vuelto un pérfido hábito
Mirar sin desconcierto su mirada.

Su paso lento calza justo con el rastro del día
Que le pide perdón mientras lo traiciona nuevamente,
Pero ni siquiera se percata que lo han hecho tropezar
Para retrasar su marcha puntual.

Al fin se detiene a percibir el olor
de árboles desnudos por el viento,
Mientras contempla fragmentos de hojas
Que se alejan sin desacuerdo en el agua del río.

Levantando sus cejas al fin su semblante cambia,
Sus ojos se han detenido sin parpadear,
Mientras edifica la nueva idea de alguna interrogante,
Con la que inicia su deambular a otro camino.


Ladridos de Otoño.

Entre la niebla de mis pasos
Escucho hasta el avanzar sin prisa
De recuerdos que tienen la esperanza de darme casa
Sin que me percate de sus intenciones.

No vislumbro más que el camino de regreso
Entre el frío y ladridos frágiles
Debilitados por la noche sin cambio
Que permanece quieta frente a todo.

Se abren silencios interrumpidos por voces perdidas
Proviniendo de casas humeantes de calor
Que con sus ventanas cerradas
Callan la posibilidad de verse envuelto en ellas.

Sigo pensando en los atardeceres que se han ido
Mientras se una a mi caminata un buen tipo
Que sin condición alguna, sin esperar nada a cambio
Comienza a mover su rabo, sintiéndose mi amigo.

Cuarta Carta de Otoño.

He callado pinceladas de relatos inseguros,
Se han ido para volver pronto,
Para obligarme a meditar junto a la lluvia,
Para soñar con tu rostro imposible.

Hemos caminado tantas veces,
Hablando de mañanas, mientras el silencio muerde mi alma,
Vaciándola, dejándola sin forma,
Necia frente a esas sentencias.

Nada puedo hacer frente a tu mirada esquiva,
Menos con esos sueños que hoy vuelan lejos de mis manos,
Esos que logran florecer tu rostro,
Mientras retornan tus miedos.

He cantado tantas veces tu ausencia,
¿Qué haces ahora?,
¿Vendrán otros a hablarme de tu aroma?,
Ven conmigo, caminemos.

Infancia de Otoño.

¿Dónde han ido todos?,
Que no los veo en las calles,
Revoloteando entre las filas de hojas
Adornadas de aburrimiento.

¿Dónde han ido todos?,
que a mi puerta no han llamado,
Para correr libres bajo la niebla,
Mientras el vaho guía nuestras voces.

¿Dónde han ido todos?,
¿Han preferido observar perplejos el blanco tono del pasto?
Corramos en él con las manos descubiertas,
Tras el rastro de aquel balón sin dueño.

No soporto más esta espera,
Iré en búsqueda de ustedes,
Necesito ese mundo que hemos creado,
Volemos de prisa, sin paradas a nuestra realidad.

Tres Meses y Otoño.

Comencé escribiendo sobre el tiempo,
Sobre tu silencio y sus caminos,
Visité tu mirada desorientada,
Encontré la luz en tus recuerdos.

Hemos engañado los días,
Han quedado perplejos,
Nuestros pasos han sido sutiles,
Han amordazado al viento, viven en mí.

Abrimos caminos rodeados de espejos,
Donde mirábamos, allí estábamos,
Cobijados en un abrazo de noches,
Detenidos soñando sin cerrar los ojos.

Háblame de ti, quiero oír tu voz,
De tus tropiezos, tus risas,
De todos mirando viendo lo evidente en nuestros rostros,
Que al fin hoy hemos logramos ver.


Sequía de otoño.

Los árboles no callan su brisa,
Simulan con sus ramas mares de paciencia,
Girando al cerrar mis ojos,
Sin ver cuando comenzaron.

Bajo el frío sol de otoño,
Amarillo descansa el verde,
Mientras aún vuelan las abejas aturdidas,
Sin entender su largo tiempo sin descansar,
Ni a la lluvia que aún no llega para relevarlas.

Las hojas caen deslizándose entre el viento,
Tocan tierra seca y polvorienta,
Entre el sonido de pájaros ruidosos,
Que alarman un diluviar que no aparece.

Todos aún caminan sin prisa,
Sin mangas, evadiendo los días,
Flores que aún iluminan la esperanza,
Abren senderos de colores que no apagan.

El Mar en Otoño.

Hoy nos ha sorprendido la mañana,
Solitario en las alturas planea en vigilia,
Aquel alado observando nuestro olvido.

El viento golpea incesante los techos despegados,
Que comienzan a desprenderse de esos trasnochados clavos,
Miro como los botes no han querido ser parte del piélago,
El oleaje ha discrepado con los pescadores.

La lluvia moja en la orilla sin escuchar súplica,
Restos de fogatas apagadas en historias,
Borradas por el tiempo inclemente,
Por sus propios habitantes protagónicos.

Las olas chocan cada vez más fuerte,
Con roqueríos tercos, rígidos y afilados,
Han soportado los asaltos de la naturaleza,
Del hombre, de lo que los separa y de lo que los une,
Han permanecido desde antes del ayer.



Un Otoño Lejos de Casa.

Sentado solo, observo el silencio presente en medio de la lluvia,
Escucho como suena sobre las latas,
Rebotando sin saltar tiempo,
Invocando el sueño, recuerdos que pensé olvidar.

Trato de pensar que andarán haciendo,
Caminando contra el frío cargada de libros,
Gritando a oscuras de un lado a otro
Una última partida con disparos de vaho,
Luchando por no retrasarte en las sábanas de la mañana.

Trato de imaginar en sueños que no guío,
Donde perdí tus pasos,
Si habrás cambiado tu sonrisa por el silencio,
Si aún saltas al dormir, abrazada a la almohada.

Sus voces se escuchan tranquilas,
Me han dicho que aún las puertas quedan abiertas al salir,
Que las luces siguen encendidas sin gente,
Que ya casi no ladra, solo duerme sobre el pasto.


Tren de Otoño.

Desafilados los rieles se cubren de malezas,
Adornan el paisaje borroso,
En este día sin sorpresas,
Con vista a un horizonte gris.

Los durmientes tejen entre la tierra,
Marcas de pasos silbados
De aquel operario de regreso,
Desconozco la verdad de su historia,
Pero sus marcas hablan de esplendor e importancia,
Mientras aún restos de chatarra descansan fríos
Al costado de la línea.

Ahora llueve, el nylon en las ventanas,
Los niños salen al sonido rumiante de las poleas,
Corren sonriendo a los vagones,
Uno a uno pasan frente a ellos dando saludos.


Te has ido un Otoño (Abuelo).

El viento sopla hoy diferente,
Desinfla fuerte su lamento,
No ha pasado en vano tu silencio,
Ni lo que has dejado.

No hay reemplazo, sólo se acabó,
¿Quién cuidara mis pasos, mis sueños, mi sonrisa?,
¿Quién abrirá cada día la luz de la mañana desabrigada?,
No habrá reemplazo, sólo se acabó.

Siento el vacío en mi pecho tenso y frío,
Aún escucho tus silbidos entonados
Caminando sin prisa vuelta a casa,
Y yo ahí, feliz sobre esa oxidada carretilla.

Aún creo oírte al rugir la madera en las noches
Y sentir tu olor guardado en cada revista de esa habitación,
Quizás nadie entienda lo simple, la verdad de estas palabras,
No importa, te has ido, has quedado, aquí estamos.


Noche de Otoño.

Una hoja seca cae lentamente
En otra triste noche de otoño,
Esta pronto se acumulará junto a sus pares
A la orilla de la solitaria calle.

La luna cae tempranamente
Junto a gotas de melancolía
Que caen desde el interior
Dañado por los años.

Los perros ladran a la soledad
Huyendo del frío que los devora,
Que les quema el alma
Y explota su callejero ser.

A lo lejos un llanto desesperado,
Otro bebé que muere en los brazos de su madre,
Que grita por última vez
A la oscuridad que la cobija.

Regresando así al eterno silencio
Que acompaña a todo aquel que no lo siente
Y respeta a todos menos a sí mismo
En los momentos que se necesita.