viernes, 15 de mayo de 2009

LA GRAN CIUDAD



Adelanto de mi último trabajo, titulado “La Gran Ciudad”, que espero poder presentar dentro del mes de Junio.

Al fin la noche (al fin solo).

He escuchado tantas veces la soledad
Hoy no es triste, es simple, es vida,
Pienso sin dar pie atrás
A estos atorados versos nocturnos.

Es tarde, temprano para el silencio
Que al fin ha llegado a mi ventana,
Lejos ha quedado el ruido incesante
De la nada creciendo en las veredas.

He callado ya tanto sin cuestionar.

He visto pasar el silencio estos días,
Apresurado, sin tiempo para detenerse,
Le he dejado ir libre,
No quería retasarme aún más,
No había momento para eso.


Lejos de ti.

No quiero que me escuches,
Que respondas opaca a mis palabras,
Que hables sin vida a mis misterios,
Que no brote una sonrisa en el silencio.

Quiero que desees oírme,
Que nuestras palabras dibujen cantos,
Paisajes vivos describiendo sin pausa
Sueños que vuelven a nacer.

Caminemos, digo denuevo
Quiero sentir el olor atado a tu cuerpo,
Que susurres sin contener la risa,
Que cierres los ojos con mis palabras.

No quiero que me escuches,
Quiero tu voz en mí,
Tus manos aferrándose a las mías,
Tu vida intentando tomar la mía.


Hoy es 21.

Hoy el sol abre mis ojos caídos como cada mañana,
Todo es tan grande, me siento tan pequeño
entre las bocinas y el ruido mudo
de quienes aplanan las calles
sin cruzar mirada alguna.

Hoy será un día de aquellos,
De esos que parecen no pasar,
De los que no se guarda recuerdo alguno,
De esos que parecen repetirse una y otra vez,
De aquellos que no asombran ni al que busca.

No recordaba que hoy seria veintiuno.

Pasa fugaz sin rumbo la nostalgia por mi pecho,
Dejando una estela que poco dura,
Ya no recuerdo tu silencio, sus caminos, su vida,
Creo haberlo conocido alguna vez perdido en ti,
O en quién fuiste aquella vez.

Ya no hay nada más que el vacío,
Desechos de recuerdos que se han ido,
Rincones sin luz que no volverán,
Tú nombre caminando entre las sombras sin final.


La Tarde .

Que curiosa es la realidad, lejos de la mía,
Que confuso es el aire cuando está detenido,
Por lo menos para mí,
Tan acostumbrado a luz del día a medio prender.

¿Alguien recuerda lo que sea?,
¿Si vas o vienes?,
¿Si eres tú?, ¿si vives aun en ti?,
Tampoco creo que te importe.

¿Vivirá o vivió el silencio alguna vez aquí?,
Quisiera creer eso,
Aun alucino sentirlo al desordenar
Palabras en las noches de papel.

Cierren algunas puertas,
Para luego pensar en abrirlas,
En sentir la novedad,
En poder sentir la maravilla del asombro.


La habitación.

Se escuchan las puertas abrir y cerrar
Junto a pasos interminables en los pasillos
Acompañados por voces que no logro entender,
Se pierden entre las paredes.

En la habitación todos ríen,
Atrás ha quedado el cansancio,
Las distancias recorridas tras el rastro
De sueños tenaces que aun intentan escapar
A estas almas hambrientas de realidad,
Que tratan encontrar corriendo su rumbo.

Háblenme de sus penas camufladas entre bromas,
De sus alegrías vergonzosas
Que ya no logran ocultar tras palabras sin sentido,
Cuéntenme de sus sueños
Que hoy libres se desplazan en los andariveles
Casi borrados de tanto ser pisados por
Sus pasos cada vez más apresurados,
Enséñenme lo que en mi no pueda estar,
Lo que mi alma no quiera comprender,
Lo que en ustedes vive.


Las Calles.

Iluminadas frente a frente se agrupan las calles
Solitarias y llenas, muertas y vivas,
Mudas entre el ruido y peatones.

Polvorientas, grises, oscuras y claras,
Recogen los latidos afiebrados
De los días colapsados y agrietados
De esta ciudad agotada de tanto andar.

Sobrepasada se ve la acera,
En ella deambulan inertes aquellos
Que olvidaron el sentir, el desear, ¡el vivir!,
El escuchar paso a paso su propio silencio.

Los faroles arrumados a sus orillas
Adornan el paso de los días sobrepasados
Por las palabras, por los segundos, por tanta farsa,
Por la oscuridad descubierta por las luces
Que hoy alumbran el camino.


Te vuelvo a ver.

Hoy la noche escribe recuerdos,
Habla de ti, de tus ojos sin fondo,
De tus manos abiertas buscando las mías,
De la distancia que apago tus palabras.

Hoy te vuelvo a ver,
Tu mirada ha vuelto a brillar en la mía,
Tus suspiros en mi rostro frio
Que escondido comienza a sonreír.

¿Dónde habías estado?
Que ni siquiera pediste que te esperara.

No quiero aceptar que tú aroma
Una vez más logra hacerme flotar entre pétalos,
Que tú silencio esta vez desespera mi alma, la ahoga,
Que solo quiero sentirte junto a mí
Recostada respirando sobre los nudos de esperanza
Que aun resguardan nuestra historia imperfecta.


Tarde de Domingo.

La tarde pasa lenta en mi sentencia
Transforma el tiempo, lo vuelve pensamientos
Que de gota en gota rebalsan mi paciencia
La tornan fría, ardiente de anhelos, esquiva, soberbia y traicionera,
Se esconde entre los murallones rasgados de las calles,
Que escupen en cada línea rayada
Voces que piden ser oídas,
Atendidas sin preguntar ni cuestionar.

Tal vez si se callasen los tiempos, las épocas
Y las soleras no alojaran tantos sueños desechos,
Si la esperanza fuese algo más que un sitio lejano,
Si supieras que al final alguien te espera
No importa para qué, pero que ahí estará por ti,
Si cada noche pudieses ver la luna brillando melancólica y lejana,
Perdida entre la nada, inserta en un mar oscuro,
Rebelde brillando, solitaria sin miedo,
Tal vez si hoy pudiese escribir
Sin sentir que poco a poco muere el poeta
Que alberga estas palabras de rugoso papel,
Si poco fuese tanto, para que tus ojos
Brillaran con la simpleza que estos versos no tienen,
Si, quizás ahí tal vez…


Quisiera creer.

Quisiera creer, quisiera sentir,
Como tus abrazos atan mi alma más y más
A tu pecho cálido y cansado,
A tu voz que hoy habla despacio entre el silencio,
A tus excusas desahuciadas y repetidas,
A tus ojos cargados de arrepentimiento.

Ya he olvidado tanto,
Pero aun te escucho suave hablándome al oído
Palabras vestidas de verdad, escondidas bajo tus miedos
Que hoy se caen a pedazos
Sobre el camino que ya hemos pisado.

Recuerdo tras deseo, espero tu llamado
Espero nunca llegue y así poder dejar de pensar
Si tú pensaras en mí, si aun existo en tu silencio,
Si aun vivo más allá de tus ojos,
Lejos de lo que puedas ver.


Lejos.

Lejos de la nada, del todo,
De las palabras, de lo humano, de lo profano,
En los remotos latidos de la creación de la ilusión,
Donde vive encendida aun la esperanza
Iluminando los inconscientes pasos de las calles
De esta ciudad que navega en un vacío
Que no intenta jamás llenar.

Lejos de los suspiros, de las risas,
Del calor inocente de un abrazo bajo el frio,
Allí donde existe el ser por sobre el cemento,
Adonde habla el viento paciente de invierno,
Lejano de eso hoy escucho los pasos
Sin tiempo de aquellos momentos que no se van,
Han regresado entre el ruido continuo de las sirenas
Que ingresan continuamente por las ventanas,
Parece una trágica escena, pero ya es tan normal,
Que ni el asombro existe ya bajo estas paredes,
Hasta eso se ha perdido, si es que alguna vez estuvo.


A ti, mi gran amigo.

Que difícil, ¿difícil qué?,
Estar realmente lejos de tus últimos parpadeos,
Pensar en tus largos sueños
Recostado sobre el pasto húmedo y solitario,
Mirar ese espacio vacío sin resonar en tus ladridos ya frágiles por los años,
Recordar el día que me adoptaste como tuyo
Mientras caminabas en búsqueda de la calma
Que sentías en cada una de mis infantiles caricias,
Haber visto como tus pasos se volvían lentos y torpes,
Que difícil, ver como ya no lograbas ponerte de pie,
Ya no sentir tus rasguños en las frías ventanas de otoño,
Que ya no vengas a mi encuentro cada vez al salir,
No gritar tu nombre al viento esquivo cada día al abrir la corredera de luz
Que hoy no guarda el ruido de tu andar sobre el pavimento,
Que difícil no recordarte mi buen amigo,
Hoy todavía siento tus juegos y saltos
Y veo como corres dando vueltas,
Como no soportas a los niños libres en las calles,
Aun caminas junto a mí estorbando mi paso moviendo tu rabo
Siguiéndome con tu mirada sin cuestión,
¿Será difícil la palabra?,
Aun te siento junto a mí.


El Paseo.


Caminando entre la confusión
De la masa conglomerada y mecanizada
Persigo los colores borrosos del día
Que camuflan y albergan la realidad
En sus formas sin fondo.

Sus cuerpos hablan de la prisa,
La vida crece y se ramifica en las veredas
Plagadas de abanicos de sueños sin realizar
Que aun no han sido devorados por la costumbre.

Sigo los olores a ciudad sin fin
Se pierden entre las ofertas de libertad
Y la legalización de lo profano en la oscuridad
Para quienes han olvidado el ser.

El ritmo frio y rutinario escucha las predicas
Que retienen ilusiones y al tiempo descontrolado,
Mientras los perros deambulan el hambre
Y acompañan al mendigo sin voz en su andar.


Simulando la realidad.

Encuentra pronto el lugar sin perder esa ilusión,
Esa que llevas buscando aquel sitio por sobre la ciudad,
El tiempo se va, otro minuto sin éxito
Y las miradas que no te ven pasar.

Pídele a la capital que te de un día más,
Que no te quite aun tu propia voz, tu ser,
Es fácil perderlo en las calles crueles sin vida
Que vigilan tus pasos sin cautela, su destino.

No dejes que te traicionen las palabras,
Te están mintiendo, no puede ser cierto,
Ellos creen que es verdad, lo dicen sin intención
Así se los dijo y enseño la injusticia día tras día.

Simula su realidad, carga sus creencias,
Puede ayudarte por ahora en tu camino,
Pero no le pierdas el rumbo a tu soledad,
Ve aun más allá, no desorientes la vista,
Duda, para que veas que es verdad.


El Maestro Griego. (Dedicado a Antonio Postigo)

El maestro ha devuelto la verdad a mis ilusiones,
Convierte cada una de las palabras de su dicha
En luces que iluminan lo imposible,
En historias que recuperan la esperanza del cansancio.

Cada día que paso junto a sus términos envueltos por los años
y la mística interminable que los guía
veo como crece nuestra utopía destellante
que al fin ha encontrado un guía que ha de creer en ella.

Corro tras sueños que anhelo sobrepasar,
Por eso mis pasos no se detienen y se apresuran cada vez más
En dar caza a esa sombra que a momentos avanza por delante de mí,
Mientras en mi alma solo se escucha lo que él ha dicho, que si podre.

El Maestro enciende la llama con su presencia
Que nos hace sentir como aquellos que ya han logrado vencer
Las interminables jornadas de largos recorridos hasta conseguir el triunfo,
El ha creído en mí, ha logrado que creamos soñando.


Palabras que van.

Entre el ocaso de mis versos que caen
Se encienden cenizas dispersas que golpean la luz
Que rebota en las calles neblineadas
Que ofrece la noche necia y obstinada.

No llueve entre palabras nostálgicas,
Ni en noches frías cubiertas de calor silencioso,
No se abren las puertas resquebrajadas
A las ideas que aun no tienen destino final.

¿Cuánto habrá tragado esta ciudad?
Cuantas angustias anudadas, penas esquivas, caminatas vanas y desilusiones,
Cuantos gritos, sueños rotos y olvidados entre la multitud,
Cuanta vida que hoy ya no veo.

Escucha mi voz, mis intentos por hablar,
Mis imagines aturdidas por el eco estancado,
Sus cantos sepultados en un rincón sombrío,
Sus intentos apagados por sí mismos.