viernes, 17 de abril de 2009

POESÍA DE OTOÑO


Prólogo

Poesía de otoño

Hablar de poesía es pecar, al decir de ling you tang, quien dice, “quien lee abre mil puertas de la mente”. Bastian Carter inaugura este largo camino.

Sus versos poseen un temple de ánimo melancólico provocado por su paisaje. Hay uso de imágenes caídas de dictar sentencias al viento.

Su estilo al decir del S.XIX, es un barroco de Pablo De Rokha. .....Hay imágenes Juveniles cargadas de Nihilismo enriquecido por emoción poética pura, jugando con la nada.

Bastian construye figuras literarias curiosas. Cantos oxidados, fuego, inocentes críticas, como Boudelaire.

Poesía de otoño son versos plenamente logrados, a tus ojos tristes sin fondo, el viento soplo llevándose el olvido.

El rumbo que inicia poesía de otoño esta en manos de sus lectores, que juzgaran la labor de un poeta desde Osorno, que remando arribara a buen puerto.




PEDRO VEAS VEGAS
ESCRITOR QUINTA REGION
VALPARAISO-ventanas CHILE.



Mañana de Otoño.

Qué sonidos más confusos y pasajeros escucho,
O más bien siento, como si fueran dueños de mis emociones,
¿O es qué el escuchar ruidos perdidos se
convierte en sentir y esto en volar para de nuevo comenzar?.

Mientras voy abriendo la luz de otro arrebol
proyecto imágenes caídas pensando en azul
Con luces sonoras que vienen
Como si no conociera el reflejo de su pasado

Salta, me dice a través de un impulso sin canal
mientras el camino es ruina de lo que fue
Sin líneas y con una señal muerta
Por el tiempo que pasó por encima.

Con el viento la realidad toma forma
Se convierte en conciencia y saber
En vida, en alma con posesión de sí misma
En un sendero solitario de terrenos vigilados.



Goteras de Otoño.

Se quiebra el silencio en la vista del pasar,
El tiempo se vuelve tan lento
Como el susurro de un palpitar eterno
Qué más puede ser si no el agua discontinua.

Mientras caen sentencias de viento
El vaho se somete al pensar del día
No será más que una mano extendida
pidiendo ayuda a sus creencias.

Que ilusión creer en pasadizos entre momentos
que siguen abiertos en recuerdos
Observados desde el rincón
que hoy sólo recibe la luz de su alma.

Acaso aquella lucha por caer
es nuevamente la insistencia por vencer
Y convertirse en parte de la inmensidad
En polvo sin rumbo, en suspiros sin resignación.


Calles de otoño.

Durmiendo pasan los cuerpos sin cruzar destino
veredas creciendo al ritmo de la nada,
que es un todo sin presencia
con soplidos vestidos de irrealidad.

El retrato del tiempo se desata en la calles
con colores de voces pasadas
que el temor y la neblina arrancó,
sin pensar en sentido alguno.

Acaso las hojas se han resignado
a ser libres de sus cadenas,
moverse a la caída de su ser calcinado
que ahora descansa en silencio aplanado.

Camino sintiendo el brillo redundante
de la exclamación de las nubes,
mientras el frío moja la llama de sus sueños,
errores sin forma ni solución.

Tarde de Otoño.

El viento golpea las hojas aferradas a la luz
las azota con facilidad como si no sufriera al verlo,
no sueño, no quiero, por sobre todo no quiero aceptar
que la vida esta vez no se busca a sí misma.

Cierro los ojos junto con arreboles de luces,
sólo veo una niña perseguida por el viento descontrolado
un conjunto de voces gritando en el olvido
miles de noches perdidas en flagelos.

Sólo pienso en pensar, en derribar miradas
soñando puertas abiertas a una vida pasajera,
caminar mirando lejos del centro de la mano del presente,
volando en melodías de trompetas agrietadas por el tiempo.

Ya no escucho nada, sólo la madera le susurra al silencio
sólo siento como los segundos pasan desvaneciéndose
ante mi palpitar uno a uno en tranquilidad se van
sin saber siquiera que estaba perdido ahí.
Lluvia de Otoño.

La calma golpeteada por leves gotas estrelladas
acompaña mi silencio sigiloso,
Como si fueran sonrisas de viento
golpeando con insistencia el tablado.

No hay espacio para pensar en existir
En detenerse y soñar con paisajes borrosos,
La fuerza cae en rodajas apiladas,
En piedras pintadas de antigüedad.

El tiempo se torna lento en el pasar del pensar
Se ve circunstancial en duración
Parcial, guillotinando la razón del quiebre
En descontrol de mi limitado vivir.

Vida y muerte se abrazan al mismo camino
En cantos oxidados y raíces olvidadas
caen como descomponer el origen
de lo simple a lo complejo en la sangre.


Frío de Otoño.

Flores escondidas se cubren de rocío matutino,
Mientras la neblina adorna las calles,
Qué sentido podría tener sentirse solo
Frente a la verdadera soledad y el vacío.

Una sinfonía en blanco sin pensamientos
Marchita en silencio sin sombras,
Escribe sensaciones con la paciencia
De una dicha con valor en el tiempo.

Se queman uno a uno en derrames de razón
los recuerdos de un pasar cercano,
Y mientras otra hoja cae sin resistencia alguna
La vida se detiene a mirar como flota sin dirección.

Cada segundo congelado, una emoción,
La ausencia de sentir en el viento,
La fragilidad de las palabras escapando
Por un agujero sin principio ni final.


Momento de Otoño.

La Noche calla en lo hondo de lo oscuro
como momentos que no existen ya en mi mirar,
No veo el río de luces venir
Sólo la niebla rompiendo la sombra.

La corriente limita el palpitar
De letras en desorden masificado
No es suficiente con el silencio existente
Ni con que llueva sin ti.

Enviar sin conocer intenciones perdidas
escritas con el viento y limitación
son superadas por melodías sin calor
que logran el quiebre del pensamiento.

No es un bastón que sostiene el pensar
ni la conciencia del conocer el tiempo,
es el venir a formar parte de algo cerrado
que puede buscar en lo abierto.



El Soñador de Otoño (Santiago)

Ya no existe el frío, tampoco el palpito,
Menos la llama de una verdad,
Ya no hay un estado, una razón, un resonar,
Una prolongación discontinua de momentos.

El grito sollozado cae en mí,
Sin salida, sin fuerza para vivir,
Como la vida agrietada continuando su andar
entre espacios blancos suspendidos en vacío.

Se siente la brisa de un sueño
Corriendo a su destino en las calles,
Explotando en deseo, en pasos de silencio sin rendición,
En murallas de anhelo y resplandor.

La razón sería sólo la confusión para comenzar
Tan largo ocaso de reflexión muerta,
Que atropella nublando el inicio del alma
Transformando el viento nuevamente en simple frío.


Luz de Otoño.

Sin medir corre el viento afilado
Se quiebra en mi pecho de tres vigilias,
Que importa sentir el paso de un deseo
Si en el ruido de las calles se pierde.

Camina con rumbo a ninguno
Iluminándose en tres luces menores,
En un cerrar de ojos sin vista atrás,
En un sin sentido para el aferrado.

En pensamientos que comienzan a producirme
Recae el sentido de mi pasar,
En mi, en parte de la nada, en parte del total
En una sola parte granulada que me une.

Lejanas figuras silenciosas tejen la verdad
En caminatas cercanas a mí
En sentido contrario a la razón del grito
Sin prisa más que la de su calma.



Luna de Otoño.

El silencio en el ruido
Comienza a pronunciar su sentido sin pronuncio,
Su carga vacía que entiende el simple con vida
Que busca en lo que encuentra.

El viento vuelve lento el tiempo
Negando la existencia de la nada
Y el miedo del hombre sin sueño a ésta,
A entrar sin intención al vacío.

Nubes que sólo ocultan la atención
Tejen siluetas sin brillo, sin intención,
El camino es tan largo, tan pisado
Desde que sigo la realidad.

Pienso sin caer, ni resolver
La caminata del viajero oxidado,
En versos rebeldes inertes
Que intentan unir la verdad.



Sol de Otoño.

Ha de ser silencio de agua
En colores de granizo marchito,
En retazos de luz con olor mojado
Entrando en hojas apiladas por sí mismas.

En pasos sin estruendo
Camino en rumbo silencioso,
El temor a la existencia se oculta
Dentro del pasado frío y lejano.

Todo brilla a los ojos del que no busca,
Siquiera en sus propios senderos,
Es un instante que he creado
Para ir a buscar ese momento perdido.

No escucho las ramas de los árboles
Con sus siluetas amarillas resonar,
No siento como caen, ni donde van
Ni el susurro constante de tu voz.


Viento de Otoño.

Camina el viento sin fondo,
Grita en esencia, en su intención,
Estalla en silbidos apretados por el silencio
Que se pierden en la calle.

Rompe en palabras de espera
En la utopía del camino
Limpiando el estruendo pasajero
De palabras deshiladas que no detienen su andar.

Sopla dentro de sí, irrumpe sin calma,
En desesperación calla ladridos
Y los pasos exactos de aquel anciano
Que intenta hablarle algo a la vida.

En fuego inocente y sin calor
Cae la noche de ráfagas lejanas,
Ha perdido su origen, desconoce su sentido
Solo golpea el tablado antes de caer.


Pista de Otoño

Caricias de viento abren camino
A pasos acelerados y sin tiempo,
Risas deslenguadas separan el frío
Cortando con facilidad la realidad.

¿Dónde has volado gorrión?
Que te has borrado de mi recuerdo
En imágenes grises sin fondo
Sin dar alcance a mis palabras.

En sus rostros húmedos de viento
Se refleja el impulso, las cadenas sin colocar
La esperanza y el deseo se transforman
En el sueño despierto que nutre su andar.

En sus almas no importa
Situación alguna, ni anuncios repetidos,
Siempre es momento de abrir la luz
Siempre es momento de correr.


Carta de Otoño.

Pensé escribirte en silencio sin sombras,
En tonos desiguales sin color,
En palabras hermosas adornadas de sueños,
En palabras que hoy no valen nada.

Distancié la realidad de la verdad
Conciente de un camino estrecho
Sin más paradas que el final
Que hoy creo he conocido.

Abrí mi alma y mis anhelos
A tus ojos tristes sin fondo
Y en un tomar de manos sin fuerza
El viento soplo llevándose hasta el olvido.

Imaginé volver en blanco, sin carga,
Escuchar de nuevo tu voz y enmudecer
Sonriendo a tu mirada viva
Que hoy derrumba la mía.


Segunda Carta de Otoño.

He vuelto a pensar a contraluz
En momentos sutiles a vivir,
En esperanzas silenciosas que brillan
Todo a tu lado, ese que se ha borrado.

Mientras imagino el peso
De días cargados de dudas
Siento el frío de esas palabras
Que aún nublan mis lentos pasos.

La noche no logra calmar mi alma
Que extraña el roce de tus caricias,
Las que logran sin esfuerzo cerrar mis ojos
Siendo un ciego de sonrisa interminable.

Intento alcanzarte en simples palabras,
En compartir a pesar del tiempo roto
Mi pasar y nuestros sueños despiertos
Que me gritan fuerte por vivir.


Tercera Carta de Otoño.

Suspiro tras latido habla el alma a mi cuerpo
Reclamando tu presencia discontinua,
Deseando el silencio en tus ojos perdidos
Como de costumbre por su propia luz.

No me hables de verdades, de deseos,
Que las horas han derrumbado
En tu sonrisa el tímido pasar
De mi confianza en estos senderos.

Momentos que hoy forman parte de ese ocaso
Visitan uno a uno mis palabras perdidas
Que brotan en tu nombre sin excusa
Frente a la cobarde razón de culpar al destino.

Eterno fue, mientras permaneció encendido
El brillo del viento en tu mirar
Que hoy se conforma apagado
Sin más vida que la que cayó a tus hombros.


Pasillos de Otoño.

Aquellas Palabras sin más olor que miedo
Intentando romper la convicción silenciosa
Que alberga mi aferrado amor,
Que teme reconocerse a sí mismo como una verdad.

El viento se une a las risas sin dirección
Que recorren los pasillos andantes y fríos
Habitados de miradas, de ojos sin luz
Esperando el paso fusilante del tiempo.

Entre el vacío solitario de mis letras
Renacen caminando hacia mí sin grietas
Dibujos de sonrisas coloridas de afecto
Que sin compañía, ni esfuerzo se imponen.

Las emociones se han tomado las escaleras
Que abriga en peldaños la necesidad de vivir,
De existir, de formar parte del otro,
De sentir el ser como propio.


Caminata de Otoño.

Pudieron ser mil sueños
En palabras sin orden
Rodeados de hojas resquebrajadas
A la orilla de las calles sin polvo.

No quiero pensar en el silencio
Ni en las maravillas que lleva en su carga,
El ruido, desesperado, ha logrado captar mi atención
Por sobre los recuerdos y las ideas.

Comienza al fin la música percutida por la lluvia
Que eleva los sentidos de mi pluma rebelde
La que se lanza sin meditar a un mar de versos
Que aún no logran ser escritos.

Risa tras lamento reclama el hombre mojado
Por intenciones arrepentidas y repetidas,
El viento se ha ido, podría seguirlo
Para continuar robándole palabras sin que se percate.


Desde una ventana de Otoño.

Desde dentro que es afuera
O desde afuera que es dentro
El viento construye colores pálidos
Faltos de vértigo, vistazos e interrogantes.

Inundando mi mirada falta de asombro por costumbre
Veo sin extrañarme como el día nunca llega,
Todo avanza detenido hoy, no preguntes ¿por qué?
No quiero, no me respondas, no así, no tan simplista.

Sin fallar pulso de continuidad
Pasan las ruedas frenéticamente por sobre la hojas
Ni siquiera su atractivo y sencillo colorido
Logra detener el avance sin tregua de lo que parece una rutina.

Aquí veo que todos hablan, pero no escucho
Nada más que al otoño caminando en medio de las ramas
Agitándolas aturdidas de tanta oscilación
Dando señales que pocos entienden.


El Joven de Otoño.

Sin guía más que el faro de su inconsciencia
Camina él, he visto su rostro así tantas veces
Que se ha vuelto un pérfido hábito
Mirar sin desconcierto su mirada.

Su paso lento calza justo con el rastro del día
Que le pide perdón mientras lo traiciona nuevamente,
Pero ni siquiera se percata que lo han hecho tropezar
Para retrasar su marcha puntual.

Al fin se detiene a percibir el olor
de árboles desnudos por el viento,
Mientras contempla fragmentos de hojas
Que se alejan sin desacuerdo en el agua del río.

Levantando sus cejas al fin su semblante cambia,
Sus ojos se han detenido sin parpadear,
Mientras edifica la nueva idea de alguna interrogante,
Con la que inicia su deambular a otro camino.


Ladridos de Otoño.

Entre la niebla de mis pasos
Escucho hasta el avanzar sin prisa
De recuerdos que tienen la esperanza de darme casa
Sin que me percate de sus intenciones.

No vislumbro más que el camino de regreso
Entre el frío y ladridos frágiles
Debilitados por la noche sin cambio
Que permanece quieta frente a todo.

Se abren silencios interrumpidos por voces perdidas
Proviniendo de casas humeantes de calor
Que con sus ventanas cerradas
Callan la posibilidad de verse envuelto en ellas.

Sigo pensando en los atardeceres que se han ido
Mientras se una a mi caminata un buen tipo
Que sin condición alguna, sin esperar nada a cambio
Comienza a mover su rabo, sintiéndose mi amigo.

Cuarta Carta de Otoño.

He callado pinceladas de relatos inseguros,
Se han ido para volver pronto,
Para obligarme a meditar junto a la lluvia,
Para soñar con tu rostro imposible.

Hemos caminado tantas veces,
Hablando de mañanas, mientras el silencio muerde mi alma,
Vaciándola, dejándola sin forma,
Necia frente a esas sentencias.

Nada puedo hacer frente a tu mirada esquiva,
Menos con esos sueños que hoy vuelan lejos de mis manos,
Esos que logran florecer tu rostro,
Mientras retornan tus miedos.

He cantado tantas veces tu ausencia,
¿Qué haces ahora?,
¿Vendrán otros a hablarme de tu aroma?,
Ven conmigo, caminemos.

Infancia de Otoño.

¿Dónde han ido todos?,
Que no los veo en las calles,
Revoloteando entre las filas de hojas
Adornadas de aburrimiento.

¿Dónde han ido todos?,
que a mi puerta no han llamado,
Para correr libres bajo la niebla,
Mientras el vaho guía nuestras voces.

¿Dónde han ido todos?,
¿Han preferido observar perplejos el blanco tono del pasto?
Corramos en él con las manos descubiertas,
Tras el rastro de aquel balón sin dueño.

No soporto más esta espera,
Iré en búsqueda de ustedes,
Necesito ese mundo que hemos creado,
Volemos de prisa, sin paradas a nuestra realidad.

Tres Meses y Otoño.

Comencé escribiendo sobre el tiempo,
Sobre tu silencio y sus caminos,
Visité tu mirada desorientada,
Encontré la luz en tus recuerdos.

Hemos engañado los días,
Han quedado perplejos,
Nuestros pasos han sido sutiles,
Han amordazado al viento, viven en mí.

Abrimos caminos rodeados de espejos,
Donde mirábamos, allí estábamos,
Cobijados en un abrazo de noches,
Detenidos soñando sin cerrar los ojos.

Háblame de ti, quiero oír tu voz,
De tus tropiezos, tus risas,
De todos mirando viendo lo evidente en nuestros rostros,
Que al fin hoy hemos logramos ver.


Sequía de otoño.

Los árboles no callan su brisa,
Simulan con sus ramas mares de paciencia,
Girando al cerrar mis ojos,
Sin ver cuando comenzaron.

Bajo el frío sol de otoño,
Amarillo descansa el verde,
Mientras aún vuelan las abejas aturdidas,
Sin entender su largo tiempo sin descansar,
Ni a la lluvia que aún no llega para relevarlas.

Las hojas caen deslizándose entre el viento,
Tocan tierra seca y polvorienta,
Entre el sonido de pájaros ruidosos,
Que alarman un diluviar que no aparece.

Todos aún caminan sin prisa,
Sin mangas, evadiendo los días,
Flores que aún iluminan la esperanza,
Abren senderos de colores que no apagan.

El Mar en Otoño.

Hoy nos ha sorprendido la mañana,
Solitario en las alturas planea en vigilia,
Aquel alado observando nuestro olvido.

El viento golpea incesante los techos despegados,
Que comienzan a desprenderse de esos trasnochados clavos,
Miro como los botes no han querido ser parte del piélago,
El oleaje ha discrepado con los pescadores.

La lluvia moja en la orilla sin escuchar súplica,
Restos de fogatas apagadas en historias,
Borradas por el tiempo inclemente,
Por sus propios habitantes protagónicos.

Las olas chocan cada vez más fuerte,
Con roqueríos tercos, rígidos y afilados,
Han soportado los asaltos de la naturaleza,
Del hombre, de lo que los separa y de lo que los une,
Han permanecido desde antes del ayer.



Un Otoño Lejos de Casa.

Sentado solo, observo el silencio presente en medio de la lluvia,
Escucho como suena sobre las latas,
Rebotando sin saltar tiempo,
Invocando el sueño, recuerdos que pensé olvidar.

Trato de pensar que andarán haciendo,
Caminando contra el frío cargada de libros,
Gritando a oscuras de un lado a otro
Una última partida con disparos de vaho,
Luchando por no retrasarte en las sábanas de la mañana.

Trato de imaginar en sueños que no guío,
Donde perdí tus pasos,
Si habrás cambiado tu sonrisa por el silencio,
Si aún saltas al dormir, abrazada a la almohada.

Sus voces se escuchan tranquilas,
Me han dicho que aún las puertas quedan abiertas al salir,
Que las luces siguen encendidas sin gente,
Que ya casi no ladra, solo duerme sobre el pasto.


Tren de Otoño.

Desafilados los rieles se cubren de malezas,
Adornan el paisaje borroso,
En este día sin sorpresas,
Con vista a un horizonte gris.

Los durmientes tejen entre la tierra,
Marcas de pasos silbados
De aquel operario de regreso,
Desconozco la verdad de su historia,
Pero sus marcas hablan de esplendor e importancia,
Mientras aún restos de chatarra descansan fríos
Al costado de la línea.

Ahora llueve, el nylon en las ventanas,
Los niños salen al sonido rumiante de las poleas,
Corren sonriendo a los vagones,
Uno a uno pasan frente a ellos dando saludos.


Te has ido un Otoño (Abuelo).

El viento sopla hoy diferente,
Desinfla fuerte su lamento,
No ha pasado en vano tu silencio,
Ni lo que has dejado.

No hay reemplazo, sólo se acabó,
¿Quién cuidara mis pasos, mis sueños, mi sonrisa?,
¿Quién abrirá cada día la luz de la mañana desabrigada?,
No habrá reemplazo, sólo se acabó.

Siento el vacío en mi pecho tenso y frío,
Aún escucho tus silbidos entonados
Caminando sin prisa vuelta a casa,
Y yo ahí, feliz sobre esa oxidada carretilla.

Aún creo oírte al rugir la madera en las noches
Y sentir tu olor guardado en cada revista de esa habitación,
Quizás nadie entienda lo simple, la verdad de estas palabras,
No importa, te has ido, has quedado, aquí estamos.


Noche de Otoño.

Una hoja seca cae lentamente
En otra triste noche de otoño,
Esta pronto se acumulará junto a sus pares
A la orilla de la solitaria calle.

La luna cae tempranamente
Junto a gotas de melancolía
Que caen desde el interior
Dañado por los años.

Los perros ladran a la soledad
Huyendo del frío que los devora,
Que les quema el alma
Y explota su callejero ser.

A lo lejos un llanto desesperado,
Otro bebé que muere en los brazos de su madre,
Que grita por última vez
A la oscuridad que la cobija.

Regresando así al eterno silencio
Que acompaña a todo aquel que no lo siente
Y respeta a todos menos a sí mismo
En los momentos que se necesita.

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